Territorios, Proyectos e Infraestructura para el AMBA

18 TERRITORIOS, PROYECTOS E INFRAESTRUCTURA PARA EL AMBA TERRITORIOS André Corboz decía que “el territorio está de moda”. Por una necesidad o por una moda, el uso del concepto (o de la misma palabra para diferentes conceptos) se amplió hacia fines de siglo XX y comenzó a ser reutilizado en una amplia gama de ciencias sociales, tales como la sociología y la antropología, donde se produjo un “giro territorial”. El término adquirió cierta popularidad cuando distintos autores, reflexionando sobre el fenómeno de la globalización, comenzaron a hablar de su contrario, la llamada “desterritorialización”. Como era de esperar, al ampliarse su uso se diluyó la uniformidad en su aplicación, y se podría decir que el concepto se banalizó, y se utilizó muchas veces como una simple forma de hablar de algo que se encontraba inmerso en el espacio concreto, cualidad antes considerada como obvia o intrascendente o bien del entorno virtual de algún objeto o idea. En todos estos saltos disciplinarios, quedaban generalmente sin explicar varias preguntas claves, tales como la extensión, las formas de marcación de sus límites, sus funciones y, muy especialmente, si estos territorios definidos por la sociedad tenían a su vez influencia sobre esa sociedad, si existía, de alguna manera, un cierto determinismo, que iba no solo desde al territorio a la sociedad sino también en sentido contrario, de la sociedad al territorio. Dicho de otra manera, si el tamaño y características del territorio generaban ciertas respuestas y características en la sociedad que lo defendía; y si diferentes sociedades entendían al territorio de la misma manera y si se producía entre sociedad y territorio una cierta relación, que se conocía como “territorialidad”. La pregunta básica podría ser: ¿es el territorio una simple marca de concreción espacial o tiene algún otro significado? Una respuesta a esto está en el hecho de que en su nuevo uso la idea de territorio implícitamente había abandonado (aunque no totalmente) la de ser un área de alguna manera “controlada” por un grupo social, ampliándose a la de un área caracterizada por la existencia de un hecho. De esta manera vamos a encontrar trabajos sobre territorio y violencia, territorios de la prostitución o territorios de la agricultura. El uso del término territorio siempre tiene por detrás dos pre- guntas básicas: ¿cómo se crean y cómo se delimitan? Una posi- ble respuesta a eso está dada si consideramos que un territorio es la concreción del poder en el espacio, una definición por demás atractiva. Si la aceptamos, el origen y los mecanismos de delimitación son simples: el territorio se origina en el ejercicio del poder sobre un área que, por alguna causa, se considera ne- cesario controlar (por ejemplo, para acceder en la forma más ex- clusiva posible a sus recursos). De esa premisa se desprendería la forma de delimitación: el territorio termina donde la capacidad de ejercer el poder desaparece. Claro que tenemos que ampliar y flexibilizar todo lo posible nuestra definición, tanto de poder como de demarcación de límites. Porque como hemos visto, la idea de territorio se ha ampliado tanto, y son tantos sus usos, que podemos hablar ahora no solo de territorios concretos y completos, sino también virtuales y discontinuos. Evidentemen- te entre los territorios definidos por los estados a fines del siglo XIX, espacialmente continuos y fijados en el tiempo por fronteras excluyentes, hasta los territorios de corporaciones formados por una siempre cambiante red de puntos sobre un territorio discon- tinuo, hemos recorrido un largo camino. 5. Los territorios de Buenos Aires A propósito de este libro, es un ejercicio interesante aplicar algunas de las reflexiones anteriores al Area Metropolitana de Buenos Aires. Y podríamos comenzar por el propio nombre de ese recorte espacial: ¿a qué tipo de territorio de refiere la palabra “área”? Es por una parte un territorio “formal”, pero esa formalidad oculta un problema de delimitación que descubre su verdadera naturaleza virtual. Después de muchas discusiones, seguramente en vamos a encontrar que los límites de dicha “Area” no son universalmente aceptados, sino que se adaptan a diferentes necesidades. De allí que surjan preguntas tales como: ¿incluye dicha área a los partidos de La Plata, Zárate y Cañuelas? O dudas con respecto a otras delimitaciones paralelas o complementarias, como la del así llamado “conurbano”, de larga y confusa tradición. Estas preguntas y esas dudas surgen de su propio origen: es un territorio virtual, creado desde un tablero cartográfico, y sus límites no van a responder a una identidad concreta ni a una actividad efectiva, sino a una utopía de planificación o una necesidad académica o profesional de

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