Territorios, Proyectos e Infraestructura para el AMBA

EL PUERTO NUEVO, LOS SISTEMAS METROPOLITANOS Y LOS ESPACIOS PÚBLICOS 103 La bitácora del borde: desde Zárate a La Plata Buenos Aires se diseñó para ser vista desde la costa. Pero eso no respondía solamente a su vocación portuaria -la mítica función de abrir puertas a la tierra para las expe- diciones que bajaban del Paraguay- sino también a una estrategia colonial. Según las regulaciones del imperio español, las ciudades costeras disponían de un frente de iglesias capaces de ser visualizadas por los navegantes. En esa clave, las vistas desde el río, esos grabados que mostraban el perfil de la edificación, eran una herramienta de conocimiento que operaba como un registro visual complementario de la cartografía para asegurar la orienta- ción de las expediciones marítimas. Junto con los retratos de personajes pintorescos, estas vistas se transformaron durante el siglo XIX en un objeto de culto para viajeros y coleccionistas interesados en el exotismo. Las imágenes mezclaban todas las convenciones del género “vistas des- de el río”: el perfil de las edificaciones, los cielos y algunas de las características de las ciudades retratadas que eran, además, los paisajes que veían los viajeros que llegaban en los barcos. Esas vistas, restringidas a quienes navegan y miran la ciudad desde el río, son muy particulares, pues muestran cosas que no se ven desde otro lado y al mismo tiempo es una mirada didáctica, pues permite reflexionar acerca del borde, de la costa que, como el ahora tan de moda ”periurbano”, refiere a un espacio donde conviven, en la cierta armonía que permite la distancia, el paisaje del río de llanura, los puertos comerciales y los deportivos, los fragmentos urbanos, los residuos de grandes residencias y los equipamientos industriales. En Zárate-Campana prevalece una amplia gama de puer- tos. El canal de la hidrovía que habilita la navegabilidad de esta costa tan baja, muestra una sucesión de clubes, de sitios de salida y entrada de productos junto con las ar- boladas imágenes de una vida isleña que se va diluyendo con las comunicaciones. Por un lado, el río Lujan, el río que estructura la sección de las islas con sus bordes de depor- tes náuticos. En contraste, los puentes, los silos, las grúas, los contenedores de colores son las piezas del paisaje pro- ductivo del Paraná de las Palmas. Ya más cerca, en las costas de los municipios del norte del Área Metropolitana de Buenos Aires, el telón de fondo es la línea del nuevo perfil edificado de Vicente López y Olivos, sobre el que se recortan las marinas, las guarderías, los clubes de remo y de pesca, en las ocasiones en las que las grandes residencias alternan con tramos de costanera. Desde Nuñez hasta La Boca, a lo largo de la antes mencio- nada fragmentada costa capitalina, se extienden varios parques públicos, las dentadas dársenas del Puerto Nuevo y el imponente skyline de Puerto Madero, precedido por la rústica vegetación de la reserva ecológica. Hacia el sur, el paisaje cambia, y luego de las quintas y de la larga ex- tensión de humedales que fueran revalorizados desde las perspectivas ambientales, se perciben las playas de Punta Lara y más allá, el Puerto de La Plata en crecimiento. A diferencia de esa planificación abstracta que imaginaba el territorio vacío, el croquis a mano alzada constituye una forma de apropiación del borde, esa actitud de mirar y dibujar primero para recién después, proyectar lo que aún no está. Pensar un sistema de puertos metropolitanos no puede soslayar esa zigzagueante línea de costa que va desde Zárate, en orientación norte, a los alrededores de La Plata y hacia el sur.

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