Territorios, Proyectos e Infraestructura para el AMBA

TERRITORIOS, PROYECTOS E INFRAESTRUCTURA PARA EL AMBA CONVOCATORIA 2012 98 Esas debilidades de los estudios diagnósticos, divorciadas de propuestas realizables que a su vez se proyectaban en las con- trovertidas relaciones entre las esferas académicas y políticas, fueron algunos de los blancos de las críticas a la planificación, tanto desde el urbanismo “de proyectos” como desde los “planes estratégicos de nueva generación” que se formularon entre 1970 y 1990. Los proyectos, primero urbanos y luego territoriales se propusieron recuperar el peso del análisis morfológico. En ese marco, el relevamiento, el dibujo y el re-dibujo, desde la consig- na de dibujar para conocer, estuvo detrás de las propuestas que reivindican la experimentación como proceso de conocimiento. En esa dinámica, se fueron perdiendo las miradas que desde las otras dimensiones -sociales, económicas, ecológicas- formaban parte de los diagnósticos del ciclo anterior. También los “planes estratégicos” se propusieron soslayar los grandes estudios pre- liminares (mediante el antes mencionado esquema Fortalezas- Oportunidades-Debilidades-Oportunidades) creyendo poder resolver las tensiones entre estado y sociedad mediante proce- dimientos de gestión participativos, de negociación y consulta, casi tan ilusorios como el cientificismo pretérito. En esta suerte de pragmatismo, marco de una amplia gama de operaciones inmobiliarias que beneficiaban a muy pocos, los estudios pre- liminares se visualizaban como un recurso retórico alejado de la acción. “Cada ciudad sabe cuáles son los proyectos que debe implementar pues el dilema no reside en hacer más estudios sino en estudiar las modalidades para hacer posible lo que se quiere llevar a cabo”, se afirmaba en esos años. El problema es que las cambiantes configuraciones del territorio metropolitano del siglo XXI necesitan de estudios -una necesidad y no solo un recurso discursivo- para su comprensión. Desde esa perspectiva, este Plan urbano-territorial ilumina algu- nos de los posibles senderos a transitar. El documento desarrolla un análisis sobre la ciudad existente, recurriendo a la historia para iluminar sus procesos, con el fin de ponderar la viabilidad de sus transformaciones. Los lineamientos estratégicos recupe- ran, es cierto, los habituales lugares comunes -instituidos ade- más en el programa BID de referencia, en las denominaciones de “espacio público”, de “movilidad y conectividad”, de “vivienda y hábitat”, de “centralidades”, de “infraestructuras”, de “cuencas”, de “gestión”, de “industria”, de “ambiente” y de “patrimonio”-, pero son resultado de un análisis en profundidad. Al igual que los otros documentos, se plantean objetivos en todas las dimen- siones que se consideran problemáticas, pero en el camino de examinar los factores que están en juego y de “espacializar” esos lineamientos, el trabajo construye datos nuevos. No solo se dibu- ja con precisión lo que hay: además, se organizan criterios gene- rales ajustados y se traduce todo eso en una cartera informada de Programas y Proyectos articulados, logrando así alejarse de los lugares comunes. Seguramente, los estudios que se llevaron a cabo son limitados, pues un municipio, en el marco de la elaboración de un plan, no puede reemplazar las investigaciones que deberían haberse llevado a cabo con anterioridad. La dispersión de la información básica y la disparidad de los objetos y objetivos de las investiga- ciones académicas tampoco ayuda. En todo caso, se constata la falta de articulación entre las esferas académicas -que intentan dilucidar por qué las cosas son como son- y las de gestión -que se preocupan porque las cosas sucedan. Salvo pocas excep- ciones, las “convocatorias” para la realización de estudios con bases precisas y las investigaciones conjuntas financiadas por organismos acreditados deberían ser un mecanismo para cubrir esa carencia. En ese sentido, este estudio plantea un significativo punto de inflexión en cuanto a su capacidad de articular lectu- ras territoriales y criterios de planeamiento, si bien abre interro- gantes acerca de sus vinculaciones con la gestión. Esas disyuntivas nos remiten a la segunda pregunta: quienes participan de los procesos de toma de decisiones, ¿se interesan por las circunstancias de su territorio? Para responder es necesa- rio matizar los términos de la ecuación técnicos vs. los políticos, abriendo un amplio abanico de alternativas que exceden los límites de este texto; pues, entre la ilusoria figura del “técnico neutral” capaz de evitar la irracionalidad e improvisación de los políticos, y la de su contratara, la figura de un “técnico” en un rol subordinado a los designios políticos, las mediaciones no son pocas. El perfil del funcionario que inscribe su tarea dentro del organigrama del municipio difiere a su vez del consultor externo, que es contratado para llevar a cabo una tarea acotada desde su conocimiento genérico o su expertise sobre cuestiones particu- lares. Andrea Catenazzi muestra en sus investigaciones que los PROYECTOS SELECCIONADOS

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