Costas y Cuencas de la Región Metropolitana de Buenos Aires: estudios, planes y proyectos

LAS CUENCAS METROPOLITANAS CONVOCATORIA 2016 33 La cuenca del río Matanza-Riachuelo se extiende a lo largo de catorce municipios metropolitanos y por buena parte de la Ciu- dad de Buenos Aires. Es la cara oscura, el reverso prácticamente invisible del desarrollo urbano desigual de la metrópolis. Desde finales del siglo XIX el Riachuelo ha sido un ecosistema sin valor, considerado apenas como un factor de producción. Por esa épo- ca, era considerado un medio para la eliminación de los residuos industriales y una forma de acceso directo hacia el embarque final de las mercancías. Durante más de cien años, diferentes pro- yectos de ensanche, rectificación y canalización buscaron facilitar la navegación del río, iniciativas que le quitaron su relación estre- cha con el humedal. De este modo fue perdiendo capacidad para depurar las aguas y así regular las inundaciones. A mediados del siglo XX, durante el período de sustitución de importaciones, los bordes costeros del Riachuelo fueron ocupados por plantas metalúrgicas e industrias químicas; por otra parte, en la desembocadura se instalaron las primeras refinerías de petróleo, dando lugar años más tarde a un complejo industrial de alto riesgo tecnológico, el polo petroquímico Dock Sud. Estos diferentes usos económicos del río y la cuenca fueron un factor de atracción de población ya entrado el siglo XX. Durante el auge del modelo de industrialización por sustitución de importaciones, importantes contingentes de población migraron y se instalaron en el territorio de la cuenca Matanza- Riachuelo, logrando encontrar espacios en la ciudad, muchas veces en terrenos inundables y, en la mayoría de los casos, mediante la construcción de viviendas usando mano de obra familiar. Como esta expansión no estuvo acompañada por la provisión de servicios esenciales, la población debió recrear condiciones de “urbanidad” que el Estado no llegó a garantizar. Durante la mitad del siglo pasado y comienzos del presente el crecimiento urbano estuvo escasamente articulado con una política integral de manejo del territorio. En rigor, buena parte de las decisiones sobre el uso del suelo fueron tomadas por promotores inmobiliarios privados quienes, al especular con los terrenos vacantes, fueron generando situaciones de riesgo para los grupos más vulnerables. A partir de las dos últimas décadas del siglo pasado la produc- ción social del hábitat popular quedó arrinconada en los suelos degradados y anegadizos, en sitios de antiguos rellenos indus- triales y en basurales a cielo abierto. En la actualidad, cerca de medio millón de habitantes residen en diferentes villas y asenta- mientos de la cuenca Matanza-Riachuelo, y son estos pobladores quienes sufren con sus dolencias de salud las consecuencias de este modelo de desarrollo que los empuja a vivir en sitios de riesgo ambiental. En 2004 un conjunto de vecinos afectados con problemas de salud causados por la contaminación de las aguas, el suelo y el aire en la cuenca Matanza-Riachuelo, presentaron una demanda por daño ambiental colectivo ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación. En 2006 la Corte dio lugar a esta demanda conminando al Go- bierno Nacional, al Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y al Gobierno de la Provincia de Buenos Aires a llevar ade- lante un plan integral de saneamiento ambiental de la cuenca Matanza-Riachuelo. Hasta ese momento no había existido un organismo de carácter metropolitano con capacidad de inter- venir en la cuenca y fue a partir de entonces que se produjo un cambio importante para la institucionalidad de las cuencas me- tropolitanas. Desde el año 2007 la encargada de llevar adelante la política de recomposición ambiental es la Autoridad de la El conflicto del Riachuelo. Cuencas metropolitanas y justicia ambiental María Gabriela Merlinsky Lic. en Sociología (UBA). Doctora en Geografía por la Universidad Paris 8 y Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires. Investigadora Independiente del CONICET, con sede en el Instituto de Investigaciones“Gino Germani”. Profesora en el Doctorado en Ciencias Sociales (UBA). Profesora Titular en la Facultad de Ciencias Sociales, UBA.

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