Costas y Cuencas de la Región Metropolitana de Buenos Aires: estudios, planes y proyectos

COSTAS Y CUENCAS DE LA REGIÓN METROPOLITANA DE BUENOS AIRES: ESTUDIOS, PLANES Y PROYECTOS 18 CONVOCATORIA 2016 LAS CUENCAS METROPOLITANAS chuelo se limitó al tramo cercano a su desembocadura, asociado con las actividades portuarias y también con la instalación de saladeros y frigoríficos. Más allá de este tramo inferior, el río pasa a llamarse Matanza y se convierte en eje de un territorio históri- camente inundable, cuya ocupación y urbanización se vio signi- ficativamente demorada. Estas características las comparte con los ríos que desaguan respectivamente la segunda y la tercera cuenca más extensas de la RMBA: el Reconquista (originalmente de las Conchas) y el Luján. En los tres casos, sus valles inundables (especialmente en las áreas más cercanas a su desembocadura) representaron históri- camente serios obstáculos para la circulación y desalentaron el asentamiento. Y si bien ello se ha revertido durante las últimas décadas, no debe dejar de señalarse que es a lo largo de estos tres cursos de agua que pueden encontrarse hoy las áreas va- cantes más extensas de toda la conurbación bonaerense. Es que una perspectiva centrada en los ríos exige re-encuadrar a toda la RMBA y ponderar un soporte territorial que no es otro que el de la denominada Pampa Ondulada, región que desde el sur de Santa Fe hasta La Plata se caracteriza por los quiebres producidos por sucesivos ríos y arroyos que desaguan sobre el Paraná / de la Plata. Buenos Aires aparece entonces no sólo como una ciudad cuya mancha urbana sigue la ribera de este último sino también como una configuración seccionada por una serie de valles fluviales. A su vez, la visión que surge de este re-encuadre explica y posiblemente también complementa el esquema tentacular convencionalmente utilizado para explicar la expansión histórica de la mancha urbana. Por otro lado, ponderar la particular estructura fluvial de la pampa ondulada y la gravitación que han tenido estos ríos en la historia de la ciudad trae aparejado un necesario ajuste en el uso del término “río” que remite también a estos cursos fluviales interiores y no sólo al ancho estuario cuya margen opuesta re- sulta siempre invisible. Después de todo, los temas y problemas urbanísticos de la costa sobre este último han sido, por lo gene- ral, más propios de un frente marítimo y menos homologables a cursos de agua de anchos más convencionales, aquellos que separan dos porciones de tierra que permanecen visibles desde una y otra orilla, 4 o los que un puente podría salvar sin demasia- da dificultad. 5 En definitiva, en Buenos Aires es hora de hablar de la relación de la ciudad con los ríos -en plural- para, de este modo, recono- cer la crítica situación socio-ambiental de estos valles fluviales interiores e incorporarla de manera más decidida a la agenda urbanística. 6 Valles metropolitanos Es sabido que por fuera del ejido de los pueblos, los españoles subdividieron la tierra en “suertes de estancia”, largas y angostas parcelas trazadas a ambos lados de los principales ríos. En el área que hoy ocupa la RMBA, ese trazado se materializó no sólo sobre el Río de la Plata sino también a lo largo de los ríos Ma- tanza y Reconquista. Brindando acceso al agua y a una posible vía navegable, esta estrategia ponía a los ríos en el centro, aun cuando los escasos caminos discurrieran lo suficientemente le- jos como para no verse afectados por los periódicos desbordes. 7 En la historia de la transformación de la pampa -todavía enten- dida como desierto hace menos de un siglo y medio- la cuenca del río Matanza desempeñó un importante papel como labora- torio de nuevas formas de producción. Fue allí donde se instaló la colonia Santa Catalina, primer experimento que combinó agricultura y mano de obra inmigrante. También cerca de ese río se instalaron las primeras estancias inglesas que introdujeron el mejoramiento de razas ovinas y una serie de artefactos hoy naturalmente identificados con la pampa como los galpones, los molinos de viento y las mangas para ganado. Esa experimen- tación incluyó nuevas formas del habitar y percibir lo rural, sus- tentadas en una nueva sensibilidad pintoresca (Aliata, Silvestri, 2008). Pero, paradójicamente, fue ese mismo territorio el pri- mero que comenzó a ser atravesado por el alambrado y por las vías del ferrocarril, lo que tendría consecuencias por entonces insospechadas. De todos modos, si de la relación con los ríos se trata, el cambio más significativo comenzó con la construcción de una infraes- tructura centralizada de provisión de agua y de desagües. Poco

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