La costa del Río de la Plata en Buenos Aires: Territorios, Historias y Debates

8 La costa del Río de la Plata en Buenos Aires: Territorios, Historias y Debates que conviven con las infraestructuras y configuran el “frente” de la Buenos Aires moderna. A mediados del siglo XX, desde el ideario de la “ciudad nueva” en el marco de los esquemas de la planificación de la Segunda posguerra, se diseñaron iniciativas para la ampliación del área central y la creación de islas sobre el río para el Aeroparque y la Ciudad Deportiva de Boca, en una nueva expresión de esa constitutiva tensión entre espacios recreativos e infraestructuras que caracteriza las riberas. A fines del siglo XX, junto con las ideas de “proyecto urbano” y “espacio público”, en contrapunto con la nueva reserva ecológica, la rehabilitación del puerto Madero y los sistemas de parques de ambas costaneras se insinuó un punto de inflexión. En los documentos de los noventa, como el de la Constitución de la Ciudad Autónoma, en las leyes y textos el Plan Urbano Ambiental, se consagró la obligación de consolidar las costas como espacios públicos y accesibles a toda la población. Paradójicamente, en las primeras décadas del siglo XXI, se cerró el largo ciclo de los espacios públicos y se abrió el de las operaciones inmobiliarias. En un raro bucle, las muy recientes propuestas volvieron a considerar los usos residenciales –insinuados en el siglo XIX– no solo “frente al río” sino también “sobre el río” y, en muchos casos, sobre tierras públicas, suscitando una intensa discusión aún abierta. Después de 2010, el frente de la Capital ha sido objeto de una profunda reestructuración. En orientación norte, los terrenos concesionados de Costa Salguero y Punta Carrasco, son temas de concurso que van configurando los fragmentos de las urbanizaciones del Distrito Joven, del Parque Salguero y de Punta Carrasco. En los vastos terrenos sin ocupar del sector de Retiro y Puerto Nuevo, la “urbanización” de la villa 31, la modernización del Puerto Nuevo, potenciadas por la construcción del Paseo del Bajo, abrieron nuevas oportunidades inmobiliarias. En una lógica similar, en la Costanera Sur, reestructurada con la operación del Puerto Madero y su sistema de parques, la ex Ciudad Deportiva de Boca –la Dubai porteña–, en contrapunto con la “urbanización” de la villa Rodrigo Bueno, abren interrogantes sobre el futuro del sector y la ciudad en su conjunto. En esta historia del presente, parece prevalecer una nueva generación de intervenciones vinculadas con la venta de tierra pública y la promoción de emprendimientos inmobiliarios que abandonan los atributos de los proyectos urbanos pretéritos. Y no se trata de contraponer lo público y lo privado como pares polares. A pesar de la tradicional asociación de esas operaciones con las políticas neoliberales de los años noventa, la rehabilitación del Puerto Madero al igual que el diseño de los parques de nueva generación de ambas costaneras pueden comprenderse como “proyectos urbanos”. En su momento, a nivel de la gestión se pensaban como montajes público-privados capaces de financiar grandes intervenciones, pero también por su aptitud para sumar espacios públicos de calidad, mejorar amplios sectores de la ciudad y promover la mixidad social. Desde esa perspectiva, en el tablero en mutación del siglo XXI, con el cambio de perfil de los actores empresariales, en conjunción con el debilitamiento de las capacidades e instrumentos de la acción pública, no todos los emprendimientos inmobiliarios son “proyectos urbanos,” o, dicho de otro modo, no todos son proyectos “para la ciudad”… Ahora bien, ¿cómo dar cuenta de semejante proceso? Más allá de las incertidumbres, constatamos que es pertinente volver una y otra vez al rol que les cabe a los planes, proyectos, normativas y concursos –objetos de estudio, de análisis y de comunicación del OM– pues son portadores de valiosa información. A simple vista, parecen ideas técnicas abstractas, sin mucha relación con la ciudad real. Sin embargo, los planes, los programas y la legislación remiten a formas de gestión e, implícitamente, a imágenes más amplias de las ciudades deseadas. Por su parte, los proyectos en sus renders, dibujos, fotomontajes, que se reformulan una y otra vez en las largas temporalidades urbanas, por esa vía materializan el resultado de un entramado de modelos que circulan y se traducen, de actores en disputa y de condiciones de posibilidad. El camino de los proyectos a las obras es sinuoso, hay temas que toman centralidad en la agenda y luego se diluyen, hay concursos que se materializan, al mismo tiempo se desarrollan procesos silenciosos que, sin debate público, van configurando amplios sectores de la ciudad. No es de soslayar que el territorio de la ciudad moderna se construye sobre residuos de utopías, fragmentos de modelos, restos de decisiones políticas. En ese marco, los proyectos pueden considerarse otros tantos instrumentos que también participan en la construcción del conocimiento para la acción. Y, más allá de lo anterior, son un llamado a la responsabilidad de los especialistas. Los debates y proyectos recientes plantean preguntas retrospectivas. Es por eso que, aunque más no fuera provisoriamente, examinamos las alternativas de muchas de las propuestas que se fueron formulando a lo largo del tiempo. Ciertamente, la historia no ofrece pistas sobre el futuro pero habilita miradas críticas sobre el presente de los territorios entendidos como producto, como proceso y como proyecto, según la clásica ecuación de Andre Corboz. Esa sumatoria de proyectos, construidos parcialmente, reformulados una y otra vez, tienen como telón de fondo los rumbos de zigzagueantes políticas urbanas que evidencian la difícil continuidad de las estrategias territoriales en el largo plazo. En ese sentido, la consideración del tratamiento de los temas estructurales de la ciudad en los espacios legislativos, las lógicas que están por detrás de la adjudicación de los recursos, la dificultad por construir consensos y negociaciones sustentables en el tiempo, no deja de ser inquietante. ¿Qué conclusiones operativas extraer? Por supuesto, no se traIntroducción

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