84 La costa del Río de la Plata en Buenos Aires: Territorios, Historias, Debates Títulos de Obras y datos Año Desde mediados de 1970, junto con una fuerte crítica a la planificación de la “ciudad nueva”, se va gestando un renovado ideario del urbanismo. En un contexto signado por los límites del crecimiento y de las políticas redistributivas del Estado de bienestar, van cambiando las ideas sobre los problemas de la ciudad y las soluciones para ellos. Una transición desde el planeamiento al urbanismo puso el énfasis en el proyecto urbano y el espacio público, promoviendo instancias de articulación público-privadas y, más ampliamente, considerando una gestión descentralizada con la participación de los habitantes en las decisiones. En Buenos Aires, esos cambios históricos y epistemológicos se ponen de manifiesto en una serie de proyectos para las costas, en la década de los ochenta. Entre 1976 y 1983, las políticas urbanas de la dictadura militar ilustran la colisión de nuevos y viejos temas, pues plantean temáticas de nueva generación, como la consideración del patrimonio y del ambiente, al tiempo que recuperan cuestiones ancladas en planteos pretéritos, como el código de 1978, la Ley de Tierras o el plan de autopistas, que encuentran condiciones de posibilidad en el clima represivo de la dictadura. En el amplio catálogo de proyectos de la época, hay dos iniciativas con fuerte impacto en el devenir de los territorios ribereños. Sobre la Costanera Norte, el proyecto del Parque de la Independencia, aunque no se materializa, inicia un nuevo ciclo de rellenos y de concesiones sobre tierras públicas. Sobre la Costanera Sur, el programa para la ampliación del área central de 1980 –cuyo antecedente fue el plan para el barrio sur de Juan Kurchan de los años setenta– precede a las propuestas de refuncionalización del área del antiguo Puerto Madero. Para materializar el proyecto, se inicia el relleno con los materiales de las demoliciones del Plan de Autopistas, que en conjunción con la hidrodinámica del Río de la Plata fue conformando el nuevo territorio de la Reserva Ecológica, aprobada como tal en 1986. Desde 1983, con el retorno de la democracia, un renovado ideario del urbanismo se instala en las agendas. En 1987, el Concurso de Veinte Ideas para Buenos Aires, organizado junto con la Comunidad de Madrid, selecciona áreas a intervenir en la ciudad, desde el interés por generar nuevos espacios públicos de calidad. Entre los proyectos seleccionados, se identifican seis propuestas para el sector Ensanche Área Central/ Costanera y tres para Costanera Norte/Ciudad Universitaria. En esos años, el proyecto urbano se presenta como un instrumento privilegiado, ubicado en la intersección de un proyecto de arquitectura y de un plan de urbanismo, pues si bien opera en un espacio y en un tiempo acotado, se supone que tiene capacidad para transformar amplios sectores en los tiempos largos de la ciudad. En el ámbito de los debates contemporáneos de “plan vs. proyectos”, se recupera un urbanismo de proyectos, realizables y de calidad, incorporando una gestión “público-privada” por sobre las determinaciones de un plan general. En ese clima de nuevas miradas y experimentación proyectual, en las vísperas de la década de 1990, se inicia el desarrollo de la operación de Urbanización de Puerto Madero (1992). Se trata de una iniciativa concurrente con la regularización dominial en villas, las operaciones de rehabilitación patrimonial con participación de los habitantes y las múltiples acciones que se desarrollan en el área central. La experiencia internacional de los waterfront estaba también presente en esa instancia. En ese sentido, se trata de una oportunidad para recuperar territorios valiosos por su localización, lo que entra en sintonía con las políticas de privatización y las medidas tributarias del Consenso de Washington. Pero no hay que confundir objetivos con resultados, pues se trató inicialmente de un proyecto urbano cuyo desarrollo entra en sintonía con políticas y modos de actuación “neoliberales” de los años noventa y el siglo XXI. En esa tensión, en lo que respecta a las Costaneras, la rehabilitación de Puerto Madero puede comprenderse como un punto de inflexión, pues fue el corolario de un siglo de proyectos públicos –el sistema de parques públicos en la Costanera Norte, con nombres de mujeres, es más que ilustrativo–, y al mismo tiempo anuncia el ciclo de concesiones y privatizaciones propias del siglo XXI. Avanzados los años noventa, la reforma de la nueva Constitución, que aseguró la autonomía de la ciudad, se hizo eco de una nueva generación de planes e iniciativas para Buenos Aires. El Plan Urbano Ambiental desde 1998 y, luego, el Plan Estratégico, establecen un amplio consenso acerca de la necesidad de “reconvertir la relación entre la ciudad y la franja costera, preservando los recursos hídricos, potenciando su accesibilidad y privilegiando su uso recreativo y gratuito”. Esas premisas, consensuadas con anterioridad, se institucionalizan en los documentos, en paralelo a la dinámica de concesiones y privatizaciones. En ese clima, los sistemas de espacios verdes y libres para los bordes ribereños se presentan como un objeto de experimentación proyectual desde renovadas miradas paisajísticas y ambientales. En la Costanera Sur, el Master Plan para la rehabilitación del antiguo puerto incluye una cuidadosa preocupación por el espacio público. En ese punto, los Parques de Puerto Madero (1996) proponen un cuidado diseño paisajístico innovador, articulando el nuevo barrio, la ciudad consolidada y el histórico borde recreativo del antiguo balneario. Contemporáneamente, desde el nuevo estatuto de la ciudad autónoma se ponen 2. HISTORIAS c. Espacio público y proyecto urbano
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