
Barrio emblemático elegido por visitantes internacionales por su atmósfera cultural, sus calles adoquinadas, la feria dominical y el espíritu tanguero que define su identidad. Buenos Aires Connect
Bohemia hasta la médula. Por su arquitectura, por el ambiente bohemio que habita sus calles, por las parejas de bailarines que marcan el compás del tango en sus calles adoquinadas… Y por su feria dominical ¡claro! Los motivos por los cuales los franceses eligen San Telmo, uno de los barrios más queridos de Buenos Aires.
Los primeros rayos de sol iluminan los adoquines de la calle Defensa y revelan las fachadas de este barrio histórico. Los anticuarios abren sus negocios. El ruido de sus rejas y candados se mezcla con las primeras notas de un bandoneón que se escapan de una ventana entreabierta. En el barrio de San Telmo, la jornada del domingo comienza como lo viene haciendo desde hace más de un siglo.
Hoy, BAC decidió ir en búsqueda de los franceses que eligieron al barrio más bohemio de Buenos Aires para residir.
La memoria arquitectónica
«Cuando uno se pasea por San Telmo, puede alzar la vista e imaginar qué pasaba hace un siglo a través del mismo balcón, la misma ventana. Cada edificio es testigo de las épocas que atravesó«, reflexiona Clara Keller, directora del hotel L’Adresse, ubicado en una antigua casa colonial del barrio.
San Telmo lleva en cada rincón la memoria de una ciudad que parece haber desaparecido. Establecido en el siglo XVII entre La Boca y la Plaza de Mayo, este barrio fue primero el lugar de residencia privilegiado de la aristocracia porteña. Las grandes casonas que todavía bordean sus calles dan testimonio de ello, con sus patios interiores y sus herrajes trabajados. «Hay una arquitectura bastante particular, con techos altos. Cuando se construyeron los edificios, la gente le tenía miedo al calor, y como hacían curtiembre adentro, había que dejar subir el humo«, cuenta Thomas Lavoipierre, editor, residente de San Telmo desde hace 5 años.
La epidemia de fiebre amarilla de 1871 cambió esta configuración social. Las familias pudientes se fueron hacia el norte de la ciudad (Palermo y Belgrano), dejando atrás estas casas grandes, que después se dividieron en conventillos para ofrecer viviendas a las familias obreras. Hoy los conventillos se reconvirtieron en hoteles, departamentos o muchas veces están abandonados.
La arquitectura despierta la admiración de todos, especialmente de los francófonos y otros extranjeros que vienen a Buenos Aires a trabajar. «Los edificios se ven antiguos, y eso le da alma al barrio. Tiene una atmósfera particular«, admira Laura Georgelin, encargada de estrategia ambiental, que vino a Buenos Aires por proyectos profesionales.

Cuna del tango
«La gente viene a San Telmo para ver tango. En agosto es el mes del tango, y los fanáticos vienen acá por un mes de baile intensivo«, se entusiasma David Boré, gerente de la panadería Merci.
En la Plaza Dorrego, una pareja improvisa unos pasos de tango frente a un pequeño grupo de gente. La mujer, de vestido rojo, y el hombre, de traje negro, parecen contar una historia de amor y pasión sin pronunciar ni una palabra.
En estas calles de San Telmo se desarrolló el tango hacia fines del siglo XIX. En las milongas locales, esos salones de baile tradicionales, el tango sigue escribiendo su historia. «Las parejas bailando tango en La Plaza Dorrego son la imagen más típica del barrio. Representan San Telmo a la perfección«, comenta Lavoipierre.
¿Bohemia vs. gentrificación?
Muy conocido por su carácter bohemio, San Telmo es tranquilo y fácil de vivir. Conviven los talleres de artistas, los anticuarios, las galerías de arte y forman el encanto del barrio.
«Hay todo un movimiento artístico. Es muy bohemio, muy romántico. Sigue siendo bastante popular, aunque hay mucho turismo«, describe Thomas.
Este barrio siempre atrajo a los artistas por su autenticidad. Hoy hay un fenómeno de gentrificación. «San Telmo es multicultural«, nos confirma Boré, constatando que San Telmo se desarrolla y recibe cada vez más extranjeros.
Esta transformación es particularmente visible alrededor de la calle Defensa, arteria principal del barrio. Los locales de diseñadores conviven ahora con los anticuarios tradicionales (Galería de la Defensa, Gil Antigüedades), y los restaurantes de moda (Café San Juan, El Hornero) atraen una clientela internacional.
«También hay una mezcla bastante ecléctica porque hay varias poblaciones conviviendo, inmigrantes, hipsters argentinos, turistas… Todo eso da una mezcla bastante copada«, matiza Clara desde la sala principal de L’Adresse.
La Feria dominical
Los domingos, San Telmo se viste de fiesta. La Feria de San Telmo, mercado de antigüedades creado en 1970, invade la Plaza Dorrego y se extiende por varias calles aledañas. Una multitud se junta desde la mañana. El mercado dominical, que hoy se ve muy desarrollado, también tiene puestos de mate, marroquinería, y atrapaturistas (como camisetas de fútbol con «Messi», imanes).
«El domingo es el día más importante de la semana para nosotros, la feria pasa justo al lado y el local se llena todo el día«, se entusiasma Boré, en Merci.
Entre los puestos de venta, los músicos callejeros, las parejas de bailarines de tango y las estatuas vivientes crean una atmósfera de carnaval permanente. Las terrazas de los cafés desbordan, y se escucha hablar en castellano, inglés, francés, alemán. Es como si todo Buenos Aires convergiera hacia San Telmo el domingo.
No podés decir que conocés San Telmo sin haber ido a la feria del domingo. En cambio, si querés dar una vuelta un día que haya menos gente, tenés que ir entre semana para disfrutar de la tranquilidad que ofrece este barrio popular.
El Montmartre del fin del mundo
«En algunos aspectos como las callecitas, el alma del barrio, las músicas en las calles, San Telmo y Montmartre se parecen. Pero Montmartre sufre del fenómeno de sobreturismo. No es el caso de San Telmo. En San Telmo, tampoco hay tantos pintores y caricaturistas en plena calle«, considera Georgelin.
Algunos vecinos cuestionan este paralelo. «Montmartre es muchísimo más turístico y más aburguesado que San Telmo hoy. Yo diría que San Telmo se puede comparar con el Montmartre de hace 30 años«, se divierte C. Keller.
En enero de 2025, un proyecto de hermanamiento entre San Telmo y Montmartre habría sido redactado entre la República de Montmartre y El Sol de San Telmo, reconociendo así sus numerosas similitudes: barrios populares que se volvieron símbolos de la bohemia artística, calles adoquinadas. Historias de mestizaje cultural. Este proyecto buscaría fomentar los intercambios culturales, artísticos y sociales entre los dos barrios. Por ahora nada se confirmar y pertenece al mundo de la ficción.
En todo caso, hermanamiento o no, esta comparación plantea la pregunta del futuro del barrio. ¿San Telmo sabrá preservar su autenticidad mientras se adapta a las evoluciones urbanas y turísticas?
Al caer la noche, mientras los últimos puestos de la feria se desarman, un grupo de jóvenes músicos se instala espontáneamente en una esquina de la vereda. Guitarras, percusión y voces se alzan en el aire tibio de la noche. Los transeúntes aflojan el paso, algunos se quedan. En esta escena improvisada se juega tal vez la esencia misma de San Telmo: un barrio donde el pasado alimenta constantemente el presente, donde la tradición inspira la creación contemporánea.
San Telmo no es un museo a cielo abierto, sino un barrio vivo que, a pesar de las transformaciones urbanas y sociales, sigue latiendo al ritmo de la historia argentina.