Pese a los millones del Banco Mundial, las obras del Matanza Riachuelo en stand-by

Tras una inversión de más de 1200 millones de dólares y con el 90% del proyecto terminado, la obra más importante para la recuperación del río está paralizada. Asombra la tranquilidad con la cual se deja en suspenso una inversión multimillonaria cuando faltan pocos pasos para su concreción. Tiempo Argentino

Por: Carlos Gradin

Ya se dijo: el Sistema Matanza Riachuelo, la obra más importante para la recuperación del río, está parada. Pero no está de más repetirlo. Es un dato asombroso por muchos motivos, como el volumen de su inversión: más de 1200 millones de dólares. Y por el avance alcanzado hasta el momento: más del 90% se halla actualmente terminada, después de diez años de trabajo.

La obra asombra por sus dimensiones. Se trata de la ampliación de la red de cloacas subterráneas del Área Metropolitana de Buenos Aires más importante desde la puesta en marcha de la red a principios del siglo XX.

También es notable por tener como principal socio estratégico al Banco Mundial, que la presenta como un proyecto de vanguardia a nivel internacional, por la escala y los desafíos técnicos resueltos para su construcción, y por ser la mayor inversión en su tipo realizada por el organismo en la región.

La obra es uno de los ejes centrales del plan de recuperación ambiental del río Matanza Riachuelo, impulsado por el Estado Nacional a través de ACUMAR (Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo), y ejecutada por la empresa pública AySA (Agua y Saneamiento).

Millones de inodoros

Los líquidos cloacales son el principal objetivo del proyecto. Estos representan, en volumen, la mayor fuente de contaminación del río. Se trata de líquidos provenientes de los baños de viviendas habitadas por las más de dos millones de personas del área sin acceso a la red de cloacas. Su desagüe se produce a través de arroyos, canales clandestinos y filtraciones de napas subterráneas.

La materia orgánica de estos inodoros, volcada sin tratamiento, llega al río en cantidades imposibles de procesar por éste. Su saturación provoca uno de sus problemas ambientales más graves: la falta de oxígeno disuelto en el agua. En condiciones normales, la materia orgánica se descompondría sin generar daños ambientales. Pero en cantidades extremas, las bacterias encargadas de degradarla terminan por absorber el oxígeno del medio, hasta agotarlo.

El resultado es la paradoja de un curso de agua como el Matanza Riachuelo, donde debido a la ausencia de oxígeno no pueden vivir peces ni otros organismos acuáticos; por no mencionar otros riesgos generados por las cloacas sin tratar, como las enfermedades y los malos olores.

Una obra descomunal

¿Cómo se llegó a esta situación? Es el resultado de más de un siglo de expansión del área urbana de Buenos Aires. O mejor dicho, de su evidente desigualdad. Mientras la Ciudad de Buenos Aires contó desde principios del siglo XX con una red de cloacas moderna, motivo de orgullo en su época, no sucedió lo mismo en el llamado Conurbano, donde nunca se invirtió ni planificó de manera equivalente.

Este fue uno de los problemas encarados por ACUMAR desde 2009. Las dos millones de personas sin cloacas en la Cuenca Matanza Riachuelo no solo estaban desconectadas de la red. En realidad, no existía ninguna red con capacidad suficiente para recibir sus líquidos cloacales, transportarlos y tratarlos.

La solución del Sistema Riachuelo fue duplicar la capacidad de carga del sistema. La obra incluyó la excavación de un túnel de más de 40 kilómetros y tres metros de diámetro, que une la Matanza con el barrio de La Boca, recorriendo todo el borde del Riachuelo a lo largo del sur de la Ciudad, y aliviando los conductos existentes. Desde allí, pasa por debajo del Riachuelo, se interna en la Isla Maciel y Dock Sud, sigue por debajo del puerto y el Polo Petroquímico y termina en la orilla del Río de la Plata, en donde se construyó la mayor planta de tratamiento de líquidos cloacales del Área Metropolitana. Otro conducto subterráneo se interna 10 km bajo el río para realizar la dispersión final de los líquidos.

El resultado, cuando el sistema se ponga en marcha, será una mejora notable en la calidad del agua del río. El Sistema permitirá incorporar 1,5 millones de usuarios a la red de cloacas en la Cuenca, y mejorar el servicio de 4,3 millones de personas, en más de veinte Municipios, algunos fuera de esta.

Parálisis y perplejidad

Pero lo más asombroso del Sistema Riachuelo es que actualmente esté detenido. Entre trabajadores y funcionarios de ACUMAR reina la perplejidad. El último paso para su puesta en marcha requiere una transferencia de fondos del Estado Nacional. Las cañerías se hallan terminadas desde fines de 2023, pero su punto débil es la planta de tratamiento de Dock Sud, imprescindible para poner en marcha la red. Esta tiene un avance del 94%, según el sitio web de ACUMAR, y su fecha de finalización era el 2024, sin nuevas actualizaciones.

Como sucede en muchas áreas del Estado en la actualidad, no hay indicios de los planes a futuro. El contraste es notable. Por un lado, en la web abundan los materiales gráficos y audiovisuales realizados en los últimos años para transmitir la importancia de la obra, de donde fueron tomados los datos para esta columna. Pueden observarse las palabras llenas de orgullo y emoción de la ingeniera a cargo de su dirección, considerándola un hito histórico por su escala y dificultad. Los funcionarios del Banco Mundial destacan la obra como un modelo para otros proyectos impulsados por el organismo en otros países, por el volumen de la inversión y la cantidad de población beneficiada. Sobre todo, por la complejidad de los actores involucrados y las negociaciones requeridas para sostener en marcha el proyecto a través de los sucesivos cambios de gobierno.

Hoy los mayores elogios y apoyos a la obra provienen, paradójicamente, de las publicaciones de un organismo internacional y una empresa pública, AySA, a la cual se propone privatizar. ACUMAR adoptó el Sistema Riachuelo como una de las principales acciones para el saneamiento del río Matanza Riachuelo, pero en las últimas semanas el organismo borró de su sitio web la mayor parte de los materiales de difusión, noticias y registros realizados a lo largo de los últimos años sobre este y otros proyectos vinculados al saneamiento de la Cuenca. Quedaron disponibles solo los informes técnicos, en su mayoría desactualizados.

Pese a los millones del Banco Mundial las obras del Matanza Riachuelo en stand-by
Foto: Mariano Martino
Pese a los millones del Banco Mundial las obras del Matanza Riachuelo en stand-by

Silencio que aturde

El retiro de ACUMAR como impulsora general del proyecto tiene consecuencias obvias. Es difícil imaginar un proceso de transformación como el propuesto a través de estas obras, sin una voz pública dedicada a transmitir el sentido de sus inversiones. Sin información e imágenes que ayuden a dimensionar los cambios esperados.

El río tiene una tradición de intentos de limpieza sin terminar. El silencio oficial inquieta porque amenaza con dejar en el olvido obras que constituyen uno de los mayores avances realizados hasta el momento para revertir su ya legendaria contaminación.

Pero el silencio es más complejo en obras como las de las cloacas cuya naturaleza las vuelve invisibles, casi por definición, y cuyo funcionamiento y recorridos siguen siendo un misterio para el público general.

Asombra, además, la tranquilidad con la cual se deja en suspenso una inversión multimillonaria cuando faltan pocos pasos para su concreción. Una inversión aportada por un organismo internacional, convertida en deuda, que más allá del futuro de la infraestructura construida, y de su eventual puesta en funcionamiento, deberá ser devuelta por el Estado. Es difícil entender la pasividad de tantos actores involucrados, desde funcionarios hasta representantes del Banco Mundial. Y, en consecuencia, la falta de preguntas y debates públicos acerca del futuro del trabajo realizado y de los fondos prestados y utilizados.

Pero, por último, este retiro del Estado también llena de dudas el día después de las obras. Cuando el Sistema Riachuelo logre ponerse en marcha, todavía quedará pendiente el tramo final de las conexiones a construir, las tuberías necesarias para que los distintos barrios y viviendas de la Cuenca logren incorporar sus líquidos cloacales a la red y eviten, definitivamente, sus filtraciones hacia el río y sus arroyos. La pregunta es cómo se pondrá en marcha este proceso y de dónde saldrán los recursos y el impulso de gestión necesarios, que involucrarán a cientos de miles de viviendas, y requerirá de otros financiamientos e impulsos. En definitiva, de un proceso de diálogo público como el que en estos días el Estado parece decidido, casi obsesionado, a evitar.